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El ginecólogo en el Parto

El ginecólogo es el médico que ha cursado una especialidad en ginecología de cuatro años y que, a menudo, se combina con la rama de la obstetricia o tocología. Mientras que la ginecología se ocupa de los órganos reproductores femeninos, la obstetricia es más particular, ya que se centra en el embarazo y en el parto.

La aparición de la profesión del ginecólogo, obstetra o tocólogo se retrotrae al siglo XIII, cuando los gremios de barberos y cirujanos poseían la exclusiva para emplear instrumental quirúrgico y, por extensión, para intervenir en los partos que se complicaban. A finales del siglo XVII, los tocólogos ya estaban admitidos en la asistencia al parto, y en algunos países de Europa aparecieron las primeras leyes que obligaban a las comadronas a llamarles en caso de partos difíciles. En esta época, se levantaron muchas voces contra su oficio, sobre todo por las implicaciones morales, ya que no todos veían con buenos ojos que un hombre realizara exploraciones a una mujer. De ahí, la frase que hacía referencia a las prácticas médicas del tocólogo: «se cubre a la mujer para que no esté expuesta a las miradas de los asistentes y del tocólogo, el cual no necesita ver, porque debe juzgar con el tacto».

Hoy en día, en España, estos prejuicios están superados, en parte, porque la profesión del ginecólogo o tocólogo también puede ser ejercida por una mujer. Al margen de estos temas, sucede que, en la actualidad, los profesionales de esta rama están preparados para atender a la embarazada, sobre todo en los casos en los que éstas presentan un embarazo complicado y se prevé un parto de alto riesgo. La mayoría de hospitales de la sanidad pública apuestan por un trabajo en colaboración entre la comadrona y el médico especialista. En las clínicas privadas, normalmente, la figura del ginecólogo es más prominente, encargándose de llevar el seguimiento de cualquier embarazo, tarea normalmente más vinculada a la comadrona, especialmente formada en este campo.

Existe cierta polémica respecto a las tareas que deben realizar ginecólogos y comadronas. No obstante, cada vez está más aceptado que en un embarazo sin complicaciones, la comadrona sea quien lleve el control de la embarazada, dejando las analíticas, las pruebas especiales y las ecografías para el ginecólogo. El parto normal también suele ser atendido por la comadrona, aunque, en ocasiones, en algunos hospitales es el ginecólogo quien lleva el mando y la comadrona se limita a seguir sus indicaciones.

Los estudios demuestran que se da una mayor instrumentalización del parto y un número más alto de cesáreas en los partos atendidos por ginecólogos, lo cual se debe a una «deformación profesional», ya que sus estudios están más orientados a la intervención para solucionar complicaciones, aunque su especialización también engloba los embarazos y partos sin anomalías.

En cambio, la formación de las comadronas está dirigida a preservar la normalidad del embarazo y el parto de bajo o nulo riesgo.